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LA MORENADA UNA DANZA AFRO PERUANA, AFRO ANDINA.

A la llegada de los españoles y hecha la conquista al imperio inca, llegan también a las costas del Pacifico (El callao) los traficantes de negros, los mismos que traían cantidades de personas de tal color de piel, los que eran vendidos como esclavos, estos morenos no solo llegaron al pero trayendo su raza, si no también sus costumbres, entre ellas su música y sus danzas; estos seres humanos en su esclavitud seguramente seguían practicando sus costumbres, contagiando a los nativos y criollos, así como ellos contagiados por las costumbres andinas y las de los criollos, es que dan paso a lo

afro peruano, y en esta zona andina a lo afro andino.
Dice Rene Calsin Anco, en su artículo La Morenada, Una Danza Afroaltiplánica señala que las iniciales manifestaciones dancísticas de negros y de españoles aparecieron en el primer tramo de la colonia, en los siguientes tramos se incrementaron; estas danzas se desarrollaron junto a las expresiones coreográficas andinas y amazónicas; por eso, Felipe Guamán Poma de Ayala aludía a las danzas negroides en estos términos: “Que los dichos caciques principales y sus indios, o las indias, sus propios hijos legítimos, que dancen y hagan taquies… y danzas de españoles y de negros, y otras danzas de los indios” (1993:640).
Los negros en el altiplano: Por investigaciones de Ignacio Frisancho Pineda conocemos de la significativa población negra en la región Puno durante la colonia, escribía: “Los primeros negros que pisaron tierra collavina fueron aquellos, que en 1535, estuvieron en la expedición que Almagro organizó para la futura Capitanía de Chile… el comercio de esclavos en la zona de Puno… fue… intenso” (1983:16-18); “este comercio se incrementó notablemente, a partir de 1700 y más aún a partir de 1713” (1983:24); “Las cantidades de negros traídos a Puno, eran realmente grandes. En ‘tropas’ mayores a las que se llevaban a las Charcas. Basta poner dos ejemplos… En 1723, Gabino Pacheco trajo desde Buenos Aires, a la Villa de Puno, una ‘tropa’ de 87 esclavos; en 1727, doña María Juárez Peralta condujo personalmente desde Buenos Aires, para su venta en Puno, 100 esclavos de ambos sexos” (2002:3). Los negros se establecieron “en los pueblos que bordean el Lago Sagrado de los Incas… en las vastas llanuras de la meseta andina o en las cumbres y faldas de los cerros cuajados de minerales de oro y de plata” (1983:21-22
A estos negros, la población andina los llamaba: Ch’ara (Bertonio 2004:273) o yanaruna (Bertonio 2004:273, González Holguín 1989:600). Y a la geta pronunciada que tenían, decían: Lakha llint’a (Bertonio 2004:511). A inicios del siglo XVII, según Gonzales Holguín y Bertonio, a los africanos se les aludía indistintamente como negros o morenos.
Los Morenos.- Los negros o morenos que residieron en el Collao y en las Charcas se desempeñaban en la servidumbre y en actividades mineras. Estos pobladores, que ostentan similares sensibilidades artísticas que los andinos, se incorporaron en una expresión coreográfica ancestral, la de los Sikuris, para dar forma a una nueva manifestación dancística, denominada Morenos. Esta danza practicada fundamentalmente por esclavos y acompañada por grupos de Sikuris, en sus comienzos estuvo asociada a la minería, principal actividad de la colonia. Hacía de escenario de los Morenos la hoy región Puno y buena parte de la actual Bolivia, porque en éste ámbito de los Sikuris florecían numerosos asientos mineros, siendo emblemáticos los de Potosí y Laykakota. Los Morenos desde sus orígenes se distinguieron por ser una expresión coreográfica urbana.

Adaptación de Los Morenos: En los años republicanos continuó la danza de los Morenos, sin la presencia de los negros, porque esta expresión coreográfica resultó adaptada por grupos de naturales o mestizos; sin embargo, persistió la esencia de la manifestación dancística. La parte musical seguía a cargo de los Sikuris. En el proceso de adaptación apareció la máscara como una reminiscencia a las danzas satíricas y de enmascarados del período prehispánico
Trajes suntuoso: Además de la máscara, la indumentaria de los Morenos se distinguía de las otras danzas, por su “elegancia”, sus “ricos vestidos de fantasía”, “casacas recamadas de oro y plata”, “trajes costosísimos” o “vistosos trajes”. Una valiosa referencia de 1878, de Charles Wedell, dice: “Han salido los morenos ha bailar a las calles: ¡Qué elegancia!”. Otra elocuente nota periodística de 1903 sobre la fiesta patronal puneña, alude al atuendo de los Morenos en estos términos: “con la solemnidad de costumbre se sacó ayer en procesión la imagen de Nuestra Señora de la Candelaria, patrona de la ciudad. La plaza principal y las calles han estado con tal motivo muy concurridas con los bailes, luciendo una de las comparsas ricos vestidos de fantasía” (EEP 3/2/1903). Los Morenos en el Siglo XIX.- Es indiscutible la presencia de los Morenos en el Altiplano del Titicaca durante los años decimonónicos. Así, atestiguan las referencias de 1852 y 1878 publicadas por Charles Wedell; también esta presencia se
colige de las notas periodísticas halladas


para este estudio; una de ellas, la de 1906, alude a los Morenos como baile “consabido” o habitual: “Terminada la fiesta de la Candelaria, en la iglesia Catedral, se condujo al medio día de hoy, la efigie de esa Virgen, en procesión, a la iglesia de San Juan, siendo acompañado por numeroso concurso. En la plaza de armas levantaron los indígenas devotos los tradicionales altares. Antes y después de la procesión, no han escaseado los consabidos bailes” (EEP 11/2/1906).
Es así que podemos ubicar a la población de color en nuestro altiplano, entretejiendo sus costumbres en muchas danzas que se bailan en nuestra zona y que hoy son representadas en costa sierra y selva, incluso en otros contienentes.

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